Llegaste a mi vida sin necesidad de buscarte y encajaste en mi mundo como yo en el tuyo, éramos un engranaje perfecto.
En un mundo ideal, respetaste mis tiempos, aquel tiempo que brindó seguridad y fuerza a nuestros sentimientos.
En aquel mundo ideal, cumplimos nuestros objetivos juntos y formamos una familia sólida, con amor y confianza.
Ella era una chica alegre, que siempre trataba de ver el lado positivo de las cosas.
Me encantaba su sonrisa, su forma de hablar, su seguridad y convicción; me encantaba su cabello lacio y largo; sus ojos, que iluminaban todo lo que miraba.
Todo lo que había idealizado en teoría, lo encontré en ella y lo noté desde la primera vez que la vi.
¡¿Cómo una persona podría gustarme tanto?! - en ese momento, no lo entendí.
Y mientras pasaba el tiempo fue peor, porque mientras más la conocía, solo reforzaba la idea de que era todo lo que en la vida idealicé.
¡Qué ser tan imperfectamente perfecto!, amé cada día a su lado, amé poder compartir con ella momentos únicos.
La amé, aunque ella no me amó. Envidié su forma de amar a otra persona... realmente era amor?, me parecía más una obsesión. -Yo quería ser amado de esa forma, porque así la amaba a ella.
Esperé, esperé y traté, creí que lo lograría, pero no fue así.
